martes, 9 de septiembre de 2008

Lecturas de verano




El misterio de la carretera de Sintra, de Eça de Queirós i Ramalho Ortigao. De vez en cuando conviene volver al siglo XIX para comprender que es posible vivir de otro modo. Novela de intriga protagonizado por personajes de la época del romanticismo aunque la novela sea de la segunda mitad del XIX.



Saber perder, de David Trueba es una novela interesante pero algo desigual. Junto a personajes conmovedores, como el abuelo, encontramos otros que me han parecido algo falsos y acaramelados: la historia del futbolista y la adolescente a ratos parecía el cuento de Cenicienta.



Dientes de leche, de Martínez de Pisón. Otra buena historia, bien narrada, sobre nuestra guerra civil.




En ausencia de Blanca, de Muñoz Molina, pese a ser considerada una de las mejores novelas cortas del autor, me causó cierta decepción. Esperaba algo más de ella, aunque sigo sintiéndome identificado con sus personajes masculinos, vulgares y cuarentones.



2666, de Roberto Bolaño fue la última lectura del verano. Poderoso libro del que uno siempre creerá que le queda mucho por aprender. Impresionante la parte de los asesinatos. Más que algunos detalles macabros (mujeres con el pezón izquierdo arrancado de un mordisco que me recuerdan el terrible final de Pascual Duarte), se me hizo casi insoportable la actitud de la policía y las autoridades mejicanas ante los hechos. Entonces adquiere sentido la también estúpida actitud de los críticos archimbolidinianos y de la prensa interesada solo por vender. Un acertadísimo retrato de la sociedad actual.