martes, 29 de julio de 2008

No ficción, Vicente Verdú

Compré el libro a ciegas, sólo para leer algo de un autor que conocía por algunos artículos. No me ha decepcionado en absoluto. Me ha interesado mucho la manera de componer una novela a base de fragmentos de una vida aparentemente desconectados pero en realidad trabados por un mismo tema: la búsqueda de la felicidad. Todo, además, adquiere una luz nueva tras leer la última frase del libro.
En ocasiones parece un libro de autoayuda (aunque no he leído ninguno) y, de hecho, me he quedado con dos frases de la novela que han contribuido a sentirme mejor estos últimos días.

El infinito en la palma de la mano, Gioconda Belli

Una recreación poética y sutil del mito de Adán y Eva que, no obstante, me ha dejado bastante indiferente. Supongo que no estaba para sutilezas.

miércoles, 23 de julio de 2008

El asombroso viaje de Pomponio Flato, Eduardo Mendoza

El tercer mendoza que leo este curso me ha decepcionado un poco. Tenía ganas de leer la novela después de ver una entrevista al autor en televisión, pero este libro divierte sin llegar a la risa. El planteamiento de la historia es sorprendente y llamativo, pero en el fondo acaba siendo lo mismo de otras novelas anteriores: una complicada (esta vez menos) intriga de asesinatos, robos, ambiciones, especulaciones inmobiliarias que el lector va desbrozando poco a poco hasta llegar a un final sorprendente. Lo mejor, la visión cotidiana y humana de personajes divinizados.

miércoles, 16 de julio de 2008

El corazón helado

Demasiado tiempo sin escribir y casi insoportable el tiempo que he debido estar sin leer. Sin embargo, la semana pasada terminé El corazón helado de Almudena Grandes. Casi mil páginas de literatura de la de antes. No es un libro pensado para leer en el metro, ni para esos diez minutos en la cama que algunos ofrecen a la lectura, sólo cuando la programación de la tele se hace ya insoportable. Es un libro que no disfrutarás si los ajetreos de la vida te impiden dedicarle el tiempo y la calma necesarios para entrar en una historia compleja pero cercana. Una de esas historias que hemos oído contar a nuestros padres y abuelos cuando hablábamos con calma. Varias generaciones de dos familias cuyas vidas se entrecruzan por efectos de nuestra última guerra. Una historia contada sin prisas, con la atención a esos detalles que ya hemos olvidado. Vale la pena leer la novela no sólo por ella, sino para aprender a vivir con un ritmo que no nos convierta en esclavos.